lunes, 16 de febrero de 2009

¿Quién es Juan Carroza?

Soy Juan Carroza. Naturalmente, ese no es mi nombre real, pero se compagina a la perfección con mi propósito al crear este blog. Juan es un nombre común y corriente, mucha gente en España se llama Juan, y yo también soy un hombre común, un español corriente, y creo que mi forma de pensar, de sentir y de creer, mis valores, son los mismos de mucha gente. Carroza es un apelativo que durante mucho tiempo ha sido utilizado, de maneras que oscilan desde lo despectivo a lo cariñoso, para designar a gente de edad como mínimo madura. Y yo estoy en esa edad, es más, soy un jubilado –que no es ni ha sido nunca un político, ni siquiera afiliado a ningún partido-.
Y llegamos a la cuestión medular: ¿Porqué y para qué un Juan Carroza crea un blog? Porque este Juan Carroza cree que una serie de valores, principios, conceptos, estatus, situaciones y posiciones se han perdido o se están perdiendo. Y no está de acuerdo.
George Orwell –sí, ese de “1984” y “Rebelión en la granja”- dijo: “Hemos caído hasta tal profundidad que la repetición de lo obvio se ha convertido en la principal obligación de los hombres inteligentes”. Yo entiendo que no se estaba refiriendo a una élite de inteligencia superior, sino a una mayoría de gente dotada de una mente medianamente despejada, cierta claridad de ideas y un mínimo sentido común. Y yo estoy en ese grupo y he decidido repetir lo obvio. Ese es el porqué de la creación de este blog.
El para qué es prácticamente una conclusión de lo anterior: quiero que mis repeticiones de lo obvio lleguen a la mayor cantidad de gente posible, fundamentalmente a los Juan Carroza de mi generación y a los de las generaciones posteriores e incluso a los Juanito Carroza de las anteriores que ya han llegado a la cincuentena, porque todos ellos –y, por supuesto, ellas- pueden entender a qué me refiero cuando les hable de una nación que como tal es la más antigua de Europa, de la lengua común, del respeto a los maestros, de tantas cosas que se han perdido ya, o lo están haciendo. Y si nuestras generaciones no lo hacen, ¿quiénes lo harán?
De modo que tengo la intención de repetir obviedades y quiero y pido que aquellos a los que les llegue me contesten si están o no de acuerdo, en qué me quedo corto o en qué me paso y que lleguemos a conformar un listado de todo aquello que entendemos debe mantenerse o recuperarse, o ponerle fin, o rectificar el camino, o dar marcha atrás.
No sé cuántos millones de españoles han superado los cincuenta años, pero sí estoy seguro de que son muchos y de que una parte sustancial de ellos podrían pesar tanto que ningún partido con ambición de poder sería capaz de ignorarlo en la perspectiva de unas elecciones.
Y hablo de elecciones porque aquí es obligado hacerlo. Winston Churchill dijo que “la diferencia entre un político y un estadista es que un político actúa pensando en la próxima elección y un estadista lo hace pensando en la próxima generación”. Lamentablemente en España hay una tremenda escasez, por no decir una carencia casi absoluta, de estadistas.
Pues bien, conformemos nuestra lista de reivindicaciones, constituyámonos en una especie de asociación de damnificados y exijamos a nuestros políticos que antes de las elecciones se comprometan a satisfacerlas, como si fueran estadistas. Y castiguemos a quien no lo haga.