martes, 13 de octubre de 2009

DECIMOSÉPTIMA OBVIEDAD: Sobre los Presupuestos Generales del Estado (PGE) 2010 y el voto de Rajoy

Los PGE 2010 ya han sido presentados. Leyendo un artículo sobre ellos en el que, entre otras consideraciones, se recordaba que los PGE se entiende que plasman la política del Gobierno que los presenta, me acordé de la ácida, punzante y crítica definición del cómico Groucho Marx: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Y supongo que rememorar esta frase se debió a que le cuadra como traje a medida a la acción política de nuestro ínclito Presidente Zapatero –perdón por hablar de trajes, aseguro que no es mi intención herir susceptibilidades-.
Yendo al grano, hay que decir que, por lo que los medios informativos nos han hecho saber de ellos, los presupuestos son irreales, sobre todo desde el punto de vista de los ingresos -por IRPF, por tributación y por IVA- si se da el crecimiento negativo que hasta el propio Gobierno prevé, y que, por inadecuados, no responden en absoluto a las necesidades del país:
-Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Gobernador del Banco de España y veterano socialista, resume su crítica a los PGE 2010 en que sin recortar el gasto no productivo y sin reformar el mercado laboral, la recuperación económica será mas lenta y las cuentas públicas se hundirán por menores ingresos y mayor gasto por desempleo. Su diagnóstico es bastante similar a los de la OCDE y el FMI.
-El ex presidente Felipe González ha dicho que aún admitiendo que nuestra economía hubiera tocado fondo, se va a arrastrar bastante tiempo por él.
-Jordi Sevilla, el que fue portavoz económico del PSOE en la oposición, pide una urgente reforma laboral con un despido mas barato para nuevos contratos.
-Joaquín Almunia, comisario económico de la UE y distinguido socialista, piensa que España sufrirá una recesión mas prolongada que la media de la UE y que será la única economía europea que no verá el final del túnel a lo largo de 2009. Habla de desequilibrios estructurales que se traducen en falta de competitividad, indispensable para la recuperación y en cuyo ranking, según el Foro Económico Mundial, España está en el puesto 33 -y bajando-.
-Manuel Pizarro, diputado del PP, estima que en España hay dos crisis superpuestas, la financiera mundial y la específica de la competitividad española.
-The Economist ha dicho que la política de Zapatero consistía en “gastar, gastar, gastar” y que ahora se ha convertido en “impuestos, impuestos, impuestos”. Efectivamente, se ha eliminado la bonificación fiscal de 400 € y suben el IVA, los impuestos especiales y la fiscalidad de las plusvalías de capital.
-El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la tasa de paro en España superará el 20% en 2010 y que el déficit se elevará, como mínimo, al 12,5% del PIB. Afirma que las dificultades económicas agobiarán a España durante “bastante tiempo”, que España requiere una “reestructuración fundamental” de la economía, reduciendo el déficit presupuestario, recortando el gasto, reformando el mercado laboral y mejorando la competitividad.
Sin embargo, los PGE 2010 hacen lo contrario de lo que tantas opiniones estiman necesario: no reducen el gasto, siguen creyendo en la política de las subvenciones y bajan la dotación para I+D, lo que no va a ayudar precisamente a mejorar la competitividad.
Los PGE 2010 son un reflejo de la política de Zapatero, el verdadero Ministro de Economía y al que ahora hasta las editoriales de El País acusan de “improvisaciones y retórica”. Y con ese estilo de hacer política económica, el déficit del Estado se ha, respecto de 2008, cuadruplicado hasta agosto, llegando a los 60.000 millones de €, el importe de las emisiones de deuda realizadas por las entidades financieras españolas con aval estatal –de los contribuyentes- ha ascendido a 38.465 millones de €, -pese a que los créditos nuevos a las familias han descendido 42%- y el Estado está a punto de sacar una nueva emisión de deuda pública por valor de 11.000 millones de € debido a la falta de liquidez para afrontar sus pagos. Para rematar la jugada y en orden a favorecer la competitividad, los PGE reducen el presupuesto del Ministerio de Educación 16% y 18% el de Ciencia e Innovación, con la consiguiente reducción del gasto en I+D.
Pero todo eso no evita, por ejemplo, que el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial dé a Colombia 200 millones de $ para programas de dotación de agua, que aumenten 4,6% los gastos de personal de Zapatero -640 asesores y colaboradores del Presidente- y que se incluya en los PGE 2010 un nuevo gasto para la Presidencia de la Unión Europea que ejercerá -¡Dios salve a Europa!- Zapatero el primer trimestre del próximo año, por la modesta cifra de 52,47 millones de €, para alimentar el ego de nuestro Presidente.
Y ahora estos maravillosos PGE 2010 hay que aprobarlos en el Parlamento. Y si bien es cierto que hasta ahora lo normal ha sido que los distintos presidentes del Gobierno hayan negociado algún apoyo para los presupuestos que presentaban para llegar a la mayoría absoluta cuando no la tenían o, incluso, para que no fuera su partido el único en apoyarlos cuando sí la tenían, no es menos cierto que la megalomanía y la necesidad propagandística de Zapatero le va a llevar a sacar tantos apoyos como sea posible, dando a cambio lo que le pidan. Naturalmente, eso lo tiene claro todo el mundo y aquellos a quienes les atañe ya han empezado a tomar posiciones: los más adelantados parecen ser los canarios, puesto que el último Consejo de Ministros ha anunciado el propósito del gobierno de hacer una inversión extraordinaria en Canarias de 10.000 millones de € en los próximos cuatro años y seguir hasta 25.000 millones en 2020 –Plan Canarias-. Los del PNV dicen que ya tienen redactada la enmienda a la totalidad de los PGE y que “para sentarse a negociar” su retirada el Gobierno debe, como condiciones previas, comprometerse a blindar el Concierto Económico, pagar 456 millones de € a la Diputación de Álava por liquidación de IVA y transferir las políticas activas de empleo a la comunidad autónoma vasca. Y los catalanes exigen la transferencia de la gestión del aeropuerto del Prat y han obligado a que se disponga que aquellas CCAA que bajen impuestos en general y el de Sucesiones y Donaciones en particular, sean castigadas por el Gobierno Central en el reparto de fondos y, preocupados por la posible fuga de capitales a otras comunidades, han hecho que se reconozca la obligación de pagar impuesto de sucesiones a Cataluña a aquellos catalanes que se muden durante los cinco años siguientes al cambio.
Para qué seguir. Es obvio que las negociaciones de Zapatero para conseguir la mayor cantidad de apoyos posibles a sus presupuestos se van a traducir en un aumento de los desequilibrios entre autonomías, los cuales de por sí ya son importantes. A título de ejemplo puede decirse que la Comunidad de Madrid –la mas solidaria de España- aporta por ciudadano 2.385 € a la solidaridad interregional, mientras que la media estatal es de 277 €, y que en los PGE 2010 la inversión aumenta 40% en Cataluña y 60% en Andalucía y baja en Madrid 28%.
Ante eso, ¿qué haría yo en el puesto de Rajoy para tratar de evitar que los actuales desequilibrios aumenten, dado que no tiene votos suficientes para obligar a que los presupuestos se modifiquen? Pues convocaría de inmediato una rueda de prensa en la que diría en grandes trazos porqué los presupuestos son irreales e inadecuados y cuales son las medidas fundamentales que deberían contenerse en los mismos para luchar contra la crisis, sobre las cuales propondría a Zapatero un pacto de Estado. Y para el caso de que este no fuera aceptado, conminaría al Presidente a no negociar apoyos que incrementaran los desequilibrios regionales o hicieran al Estado más pequeño y débil de lo que ya es, informándole de que no sería necesario para sacar adelante los presupuestos porque le ofrecería la abstención del PP en la votación de los mismos.
Pero para lo expuesto se necesita sentido de Estado. Es obvio, por demostrado, que Zapatero no lo tiene. ¿Lo tiene Rajoy?