El artículo 7 de la Constitución Española dice que “Los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que les son propios”. La cuestión es qué intereses pensaron los redactores de la CE que les son propios y si son esos intereses los que les ocupan y preocupan. Hablando de las organizaciones más fuertes y nominalmente más representativas, es evidente que hay intereses económicos que les motivan, aunque también parece claro que normalmente se trata de aquellos que les benefician a ellos a niveles de organización e individual de sus miembros más destacados y no tanto de sus representados. Y en cuanto a los intereses sociales, si el poder puede calificarse como tal, no cabe duda que sería el objetivo prioritario.
Para entrar en detalles empecemos por los sindicatos de trabajadores:
-Los sindicatos españoles son, en general, incapaces de vivir de las cuotas de sus afiliados. Salvo CNT, todos reciben subvenciones de algún tipo, lo que no parece la mejor garantía de independencia. Veamos algunos de los principales ingresos que, además de las cuotas, reciben los sindicatos más fuertes, aparentemente en proporción a su representatividad:
• El año 2007 el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales otorgó, por actividades sindicales, subvenciones de 6,9 millones de euros a CCOO y 6,06 a UGT. El año 2008 se incrementaron 2%.
• Por su participación en órganos consultivos, CCOO percibió 982.000 € y UGT 1,14 millones de euros. El año 2008 se incrementaron 3,9%.
• Un capítulo muy importante y del que no parece fácil encontrar cifras fiables, pero que, con seguridad, superan a las anteriores, son las percibidas por la formación continua de los trabajadores.
• Además de lo ingresado por los conceptos anteriores, los sindicatos reciben por otros como los fondos de la UE, los procedentes de otros Ministerios, los pagos anuales por votos y delegados obtenidos, donaciones a sus fundaciones, etc. Es de resaltar lo recibido de las Comunidades Autónomas, en especial de alguna de ellas. Por ejemplo, UGT y CCOO recibieron cada una, el pasado año, de la de Andalucía, 13 millones de euros.
• Especial mención merece el hecho de que los sindicatos cobran, por cada ERE en cuya gestión intervienen, una cantidad por trabajador, Consecuentemente, a mayor número de afectados por ERES, mayores ingresos para los sindicatos. ¿No es maravilloso?
• Y el premio gordo: el llamado patrimonio sindical histórico -que se componía de los bienes muebles e inmuebles que supuestamente poseían los sindicatos y que les fueron incautados al final de la guerra civil- y el patrimonio sindical acumulado –o sea, los bienes generados por los sindicatos verticales franquistas, fruto de las aportaciones de los trabajadores por su afiliación obligatoria. Antes y durante la guerra civil, los sindicatos más fuertes eran CNT y UGT, precisamente en ese orden. En 1986 UGT recibió 4.100 millones de pesetas a cuenta de dicho patrimonio histórico y en la pasada legislatura el Gobierno pretendió poner punto final a la devolución del mismo pagando 149 millones de euros a UGT –cantidad que este sindicato considera insuficiente- y aproximadamente 1,5 millones de euros a CNT. En cuanto al patrimonio sindical acumulado, dada la aguda crisis en que estamos y para mantener en lo posible calmados a los sindicatos, el Gobierno se ha comprometido con estos a plantear y poner en práctica una solución definitiva para la devolución de ese patrimonio, lo que, según Expansión, supondrá un fuerte desembolso.
• Según El Confidencial, los sindicatos controlan ya un patrimonio de 40.000 millones de euros en fondos de pensiones: 4.557 millones de los empleados de Telefónica, 3.931 de La Caixa, 2.614 de BBVA, 2.331 de Endesa, 1.043 de Iberdrola, etc. Este patrimonio no es suyo, pero son ellos quienes lo controlan, quienes deciden cuánto, dónde, cuándo y cómo se invierte y cuánto se mantiene líquido en tesorería. ¿Es o no es eso poder?
-Como organización y políticamente, los sindicatos más fuertes –CCOO y UGT- actúan, cuando la situación lo requiere, como correas de transmisión –expresión tan manida como real- de los partidos de los que se originaron o a los que dieron origen. Basta con ver la pasividad actual de estos sindicatos ante la situación general de España y de algunas comunidades como Andalucía, Extremadura y Castilla- La Mancha, feudos socialistas, y la agresiva actividad que desarrollan en otras gobernadas por el PP, como la Comunidad Valenciana y la de Madrid –particularmente en esta, donde, pese a que la tasa de paro está cuatro puntos por debajo de la media nacional y que es la comunidad con mas alta tasa de contratación indefinida, los sindicatos están provocando diversos conflictos y UGT ha amenazado con la huelga general-.
-En lo relativo a los individuos que componen los sindicatos, hay que hacer una clara diferenciación entre los simples afiliados y los dirigentes o sindicalistas de profesión o medio de vida. Estos son unos privilegiados a los que la ley protege para que, cuando son representantes de los trabajadores, no puedan ser despedidos a no ser por una conjunción de faltas graves de difícil imputación. Son los últimos en salir cuando se liquida una empresa y siempre encuentran acomodo en otra o en el sindicato o en el partido hermano –por ejemplo, el Comité de Empresa de Delphi-. Consiguen cómodos y espléndidamente retribuidos sueldos en Consejos de Administración de Cajas de Ahorro, empresas públicas o semipúblicas e incluso en algunas privadas. Y luego están los liberados sindicales. En España hay aproximadamente 300.000 liberados total o parcialmente del trabajo correspondiente a su puesto de trabajador en la empresa, para que, supuestamente, puedan dedicarse a velar por los intereses de los trabajadores. Por ejemplo, TVE tiene 302 liberados sindicales, el 4,6% de la plantilla.
-Las leyes que regulan las elecciones sindicales están hechas para favorecer a los grandes sindicatos -CCOO y UGT, sindicatos de clase, de ideología marxista-, en detrimento de los sindicatos más pequeños, generalmente independientes. En las elecciones sindicales a representantes de los trabajadores, se eligen delegados de personal, en listas abiertas como representantes unitarios, en las empresas de hasta 49 trabajadores. En las empresas de 50 o más trabajadores se eligen miembros del Comité de Empresa, en listas cerradas, lo que imposibilita o al menos limita las posibilidades de los independientes.
En lo relativo a las asociaciones empresariales, estoy de acuerdo con Montoro cuando dice que hay que distinguir entre empresarios de verdad y empresarios organizados. Estos últimos también han hecho de su etiqueta de empresarios una forma de vida: son la patronal oficial. Y así, CEOE –Confederación Española de Organizaciones Empresariales- recibió del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, por su participación en órganos consultivos, 2,09 millones de euros en 2007 y 2,16 en 2008 y de la Junta de Andalucía la Confederación de Empresarios de Andalucía recibió 18,6 millones de euros el pasado año.
Considerando todo lo anteriormente expuesto, parece obvio que difícilmente las actuales organizaciones sindicales y empresariales podrán, desde sus actuales estructuras anquilosadas y con sus actitudes silentes y colaboracionistas con el Gobierno, ayudar de una manera efectiva a España a salir de la profunda crisis en la que está sumergida y en la que parece hundirse más cada día. Los sindicatos se esconden y la patronal pide más subvenciones, en lugar de moverse ambos grupos hacia posiciones económicas más razonables, más flexibles, abiertas y libres. Por ejemplo, un alto porcentaje de los desempleados procede de los contratos temporales, lo que significa nula o muy escasa representación, pero los sindicatos se oponen a nuevos contratos fijos con indemnizaciones menores que las actuales, a pesar de plantearse como una medida provisional y no afectar a los contratos vigentes.
Afortunadamente ya se están escuchando voces propugnando diferentes posturas. Por ejemplo, Javier Gómez Navarro, ex ministro socialista, ha dicho que “es prioritario convencer a los sindicatos de que su papel no es defender a los vagos. No deben seguir protegiéndoles”. Y la central sindical USO ha pedido en marzo la supresión de las subvenciones a los sindicatos –ellos son los cuartos perceptores por realización de actividades de carácter sindical- y que se abra un diálogo social y critican la pasividad de los dos grandes, CCOO y UGT, ante la gran pérdida de empleos que se está produciendo. USO afirma que se financia en más de un 80% de las cuotas de sus afiliados y que pueden reducir sus gastos y que las subvenciones se apliquen en beneficio efectivo de los trabajadores. Bueno, pues a ver si es verdad.
viernes, 19 de junio de 2009
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