domingo, 27 de septiembre de 2009

DECIMOSEXTA OBVIEDAD: Sobre la educación, la enseñanza y Don Gaudencio

La presentación por parte de Esperanza Aguirre de su proyecto de Ley de Autoridad del profesor y la agresión perpetrada por el padre de un alumno a la directora de un colegio de Madrid, han puesto de actualidad el tema de la formación de nuestros jóvenes. Y empleo el término formación de una manera deliberada, pese a que el más utilizado en el debate sobre estos temas ha sido el de educación. Y es porque creo que en el colegio se recibe y los profesores imparten enseñanza y la educación debe recibirse en casa, impartida por los padres o las personas a cargo de quienes estén los niños o jóvenes. Por supuesto que ambas afirmaciones no son absolutas, ya que la enseñanza lleva incardinada una parte de educación y esta, a su vez, de enseñanza, pero fundamentalmente ese es el reparto de funciones. Y el conjunto de ambas, la enseñanza y la educación, con el añadido de las experiencias personales de los jóvenes, sus vivencias, dan como resultado la formación de los mismos.
Y el gran problema es que la formación de nuestros chicos, de aquellos de los que dependerá el futuro de España, es sumamente deficiente.
En lo que respecta a la educación, los padres –que en un porcentaje importante ya presentan un déficit en la misma- no disponen, en general, de mucho tiempo para dedicarles a sus hijos, sobre todo en aquellas familias en que los dos trabajan, y esperan que la mayor parte del trabajo de educar a los chicos corra a cargo de los centros docentes por los que pasan, empezando por las guarderías. Algunos fracasos educativos son de tal magnitud que, por ejemplo, el pasado año 4.200 padres llegaron a tal situación límite con sus hijos que los denunciaron porque no sabían como solucionar su problema con ellos. Es de imaginar que estos chicos tampoco serían muy respetuosos con sus maestros.
En lo que se refiere a la enseñanza, las leyes que la han regulado han seguido un camino tortuoso que nos ha conducido al fangoso pantano en el que ahora estamos semihundidos y atrapados y del que tanto nos va a costar salir –tiro de optimismo y asumo que saldremos-. De las diversas leyes que sucedieron a la Ley General de Educación (LEG) de 1970, postrimerías del franquismo, las más significativas son las siguientes:
-La Ley Orgánica Reguladora del Derecho a la Educación (LODE), de 1985, precursora, preámbulo e introducción a la LOGSE.
-La Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo en España (LOGSE), de 1990, introdujo, entre otras cosas, la descentralización de la enseñanza, permitiendo que las CCAA incorporaran contenidos, la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), nominalmente entre los 12 y los16 años, la idea de que la enseñanza iba a ser integral, acogiendo la igualdad de sexos y las educaciones ambiental, vial, para la salud, para la paz y del consumidor. Hermoso, como también la atención a la diversidad, que se traducía en que como había gente con menor capacidad de comprensión que otros, en lugar de animarles a que se esforzaran algo más, entendieron que era mejor exigir menos y de este modo igualar en los niveles mas bajos. Trajo también el Consejo Escolar, que integrado por profesores, padres y, en su caso, alumnos, intervendrá en el control y gestión de los centros e, incluso, elegirá al Director entre los profesores del centro. Y para dar una mayor idea de modernidad introdujeron nuevos términos que alumnos y padres debieron aprender, como, por ejemplo, “curriculo” y “desarrollo curricular”, para sustituir a los conocidos y, al parecer, trasnochados, “plan de estudios” y “programa de la asignatura”, respectivamente.
Los resultados de esta ley han sido bastante negativos. Un par de pruebas de ello: el último informe de la OCDE con los índices internacionales en materia educativa, que sitúan a España en los últimos lugares, con la mitad de alumnos que interrumpe su formación en el nivel de enseñanza obligatoria, muy por encima del 31% de media de la OCDE; la otra perla demostrativa del nivel general, en este caso con el lastre adicional de la prioridad de la lengua que consideran vernácula y la marginación del español, figura en la enmienda recientemente presentada en el parlamento vasco por diputados de PNV e IU, que pide “aprovar” ayudas para “hinundaciones”.
-El año 2002 el Gobierno del PP alumbró la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE), que pretendía fomentar entre otros valores los del esfuerzo y la disciplina en el aula y tomaba en consideración las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Fue anulada por el PSOE a poco de su llegada al poder.
-El año 2006 el Gobierno promulgó la Ley Orgánica de Educación (LOE), actualmente en vigor. SE trata de una reedición de la LOGSE, con el aditamento de algunas perlas como la desaparición de la religión católica de la educación primaria y la introducción como nueva asignatura obligatoria de la Educación para la Ciudadanía -y los Derechos Humanos- desde el ciclo de educación primaria.
La verdad es que esto de la Educación para la Ciudadanía no es una novedad para mí. Yo también tuve que cursar una asignatura similar en objetivos –imbuir en los alumnos las ideas y forma de pensamiento que el Gobierno consideraba políticamente correctas- que entonces se llamaba Formación del Espíritu Nacional y que los alumnos denominábamos, para simplificar, Política. Afortunadamente, casi nadie la tomaba muy en serio, hasta el extremo de que junto con Religión y Gimnasia formaban “las tres Marías” que nunca eran un obstáculo para pasar curso, porque el suspenso de alguna de ellas se convertía en aprobado si suponía amenaza de repetición de curso.
Pero este Gobierno sí parece haber tomado muy en serio su Educación para la Ciudadanía, hasta el extremo de que se opone tajantemente a la objeción de conciencia sobre la misma, algo comprensible en una dictadura pero irracional en una democracia.
-Con el viento a favor de la ley nacional de enseñanza en vigor y del alto nivel de autogobierno obtenido, la Generalidad de Cataluña y su Parlamento han parido una nueva Ley de Educación de Cataluña (LEC) que dictamina que es necesario que los niños se eduquen en “el cultivo del sentido de pertenencia como miembros de la nación catalana” y atribuye autonomía absoluta a la Comunidad para gestionar su modelo de enseñanza y en su objetivo de erradicar el español veta la tercera hora de este en los colegios.
Todo este camino recorrido cuesta abajo nos ha traído hasta la actual situación: pérdida de valores, desprecio del esfuerzo y de la excelencia y extensión de ese desprecio a los profesores, cuya autoridad no se respeta.
El sindicato ANPE creó en 2005 un organismo denominado Defensor del Profesor, al que podían llamar para informarle de sus problemas. En el curso 2007-2008 se recibieron 3.419 llamadas, exponiendo problemas de los cuales los más frecuentes eran: imposibilidad de impartir clase (40%), denuncias de padres (24%), acoso y amenazas de alumnos (17%), acoso y amenazas de padres (15%) y agresiones sufridas de alumnos (8%).
No hay que ignorar que una parte de los profesores han ayudado en alguna medida a llegar a esta situación practicando el colegueo y proponiendo o aceptando el tuteo.
Y pensando en esto Don Gaudencio se abrió paso en mi memoria. Don Gaudencio fue uno de mis profesores entre los 12 y los 14 años. Era bajito y delgado, pero normalmente le bastaba con levantarse de su asiento, carraspear y levantar una mano reclamando silencio para que la clase se lo prestara. Nos trataba de usted y lo hacía con respeto incluso cuando te llamaba la atención, lo que no evitaba que alguna vez se permitiera bromear sobre algo. Pero por encima de su sonrisa sus ojos mantenían y ponían de manifiesto que la autoridad era suya. Y si alguien eventualmente no respetaba esa autoridad, hacía lo que el resto de profesores: acompañaba al “insurgente” al despacho del director, Don Anselmo, hermano de Don Gaudencio y última instancia disciplinar en el colegio. Don Anselmo tenía tres niveles disciplinarios: la severa reconvención, la bofetada y, el más temido, la nota informativa a los padres que debía ser devuelta con la firma como enterados de estos. Yo era un poco inquieto por entonces y recibí una bofetada en un par de ocasiones, algo que mis padres ignoraron porque estaba seguro de que no iban a ponerse a mi favor e incluso podía haberme caído algún castigo adicional de su parte.
Pero ahora la autoridad parece haberse perdido junto con los valores. Y la Ley de Autoridad del profesor, cuya presentación ha anunciado Esperanza Aguirre, pretende recuperarla convirtiendo a los profesores en “agentes de la Autoridad” y obligando a los padres a firmar de conformidad los reglamentos normativos que rigen en el colegio de sus hijos.
El anuncio de la nueva ley ha tenido una excelente acogida por parte de profesores y padres y Arturo Canalda, Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, la considera necesaria para volver a educar en el respeto, los valores y el esfuerzo. Y el ministro de Educación, Angel Gabilondo, entiende que la Ley de Autoridad del profesor debe estar en el pacto educativo que quiere proponer y por el que se ha comprometido a trabajar. Amén, que quiere decir “así sea”.

1 comentario:

  1. Yo también pasé por las manos (en mi caso no en el sentido literal) de Don Gaudencio, quien me enseñó todo lo que sé, pero era un profesor autoritario, que empleaba la violencia física, como colgar del perchero a quien llegaba tarde y que si era extraordinario entre los alumnos buenos, no estoy tan seguro de que lo fuera para los más retrasados. Era hijo de una época distinta, autoritaria y sus valores y aptitudes no sé si valdrían para esta época. Hoy, después de leer un emocionante artículo sobre su profesora de Juan Soto Ivars en El Confidencial he buscado Don Gaudencio y Don Anselmo en google, seguro de encontrar a alguien que aún se acordase de ellos. Larga vida al Colegio Santa Teresa y a nuestros profesores!

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