A estas alturas de la película, para todo el mundo mínimamente informado –excepto para los sempiternos forofos de fe irreductible en su partido y, consecuentemente, en cualquiera que lo represente- es absolutamente obvio que Zapatero no puede ser la solución del problema que tanto ha contribuido a hacer crecer, que su credibilidad es nula, que su falta de criterio, de competencia y de una estrategia clara son evidentes y que no queda nada de las políticas sociales de su programa de gobierno por el que, se supone, fue reelegido Presidente en 2008.
Pero ZP no es todavía un “cadáver político” como ha dicho Duran y LLeida, porque un cadáver ya no puede hacer ningún daño y a ZP le quedan casi dos años de legislatura y una mayoría de 169 diputados, lo que todavía le da la posibilidad de cometer bastantes tropelías.
Y si la primera medida necesaria para tener esperanzas de que España pueda salir con el menor daño y lo antes posible de la patética situación en que ahora se encuentra, es que ZP deje de ser Presidente del Gobierno, ¿cómo puede alcanzarse ese objetivo?
La primera posibilidad es que el propio ZP rebusque en lo más profundo de sí mismo y haga acopio, si es que encuentra, de un mínimo de dignidad, de sentido de la responsabilidad, de vergüenza, de estima por su propio país y de consideración por sus compatriotas. Pero esa es una posibilidad que parece muy remota, porque ZP, el hombre que con tan poco bagaje ha conseguido llegar al poder y repetir y que se define como un optimista antropológico, esperará a que el viento cambie y sople en sentido mínimamente favorable para permitirle seguir cumpliendo su único objetivo: prolongarse indefinidamente en el poder.
Y si para conseguir ese objetivo debe tomar medidas lesivas para los españoles, como por ejemplo la congelación de las pensiones, su gélido egocentrismo le lleva a hacerlo incumpliendo el Pacto de Toledo y hasta la Constitución Española en su artículo 50: “Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos de la tercera edad……..”.
La segunda posibilidad es que en el PSOE se cree una corriente que incluya gente con poder en el partido que haya llegado a la conclusión de que el desgobierno de ZP no solo amenaza al país, sino también al propio partido y que, obviamente, es necesario actuar al respecto, empezando por obligar a ZP a desalojar la Presidencia del Gobierno y poner en él a alguien que, durante un corto período de transición hasta unas nuevas elecciones generales, tome, por consenso con la oposición y con el apoyo de esta, las medidas que realmente deben tomarse en España para salir de la crisis y, de paso, que ambos dos, Gobierno y oposición, hagan una nueva ley electoral que impida que el nuevo Gobierno que salga de las elecciones y los futuros se vean perpetuamente condicionados por las presiones egoístas y centrífugamente destructivas de los nacionalismos.
Y la razón de la necesidad y la obligación de que el PSOE actúe en la forma que acabamos de describir, es la responsabilidad en que el partido ha incurrido al presentar a ZP en 2008 como candidato a su reelección. Porque puede argumentarse que cuando lo eligieron y presentaron en 2004 ZP no había mostrado ni su verdadero talante ni su incapacidad para el gobierno ni su inclinación al desmantelamiento de la nación española. Pero en 2008 ya había dado motivos sobrados para saber que poner a España en sus manos es tan insensato y peligroso como poner una pistola en las manos de un mono. Veamos solo algunos de los hechos perpetrados para entonces por ZP:
-La doblez de presentarse como el impulsor de la lucha contra ETA y del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo a la vez que se reunía con los etarras o sus representantes y establecía una agenda con los temas y los pasos de negociación.
-Su facilidad para sostener un criterio y el contrario, cuando tras haber asegurado estando en la oposición que él no permitiría nunca que hubiera superávit presupuestario –mientras pudiera ser empleado en que los jóvenes pudieran acceder a una vivienda, los mayores no tuvieran una pensión digna, etc-, luego de ufanó de los superávit que consiguió su Gobierno cuando navegaban con el viento favorable de la buena situación económica heredada.
-Su injusta tendencia de dar a unos lo que negaba a otros, como cuando tras haber derogado el Plan Hidrológico Nacional y los trasvases en él incluidos –en flagrante contradicción con lo que en el año 1995, siendo Cristina Carbona Secretaria de Estado, propugnaba Borrel-, autorizó y proporcionó recursos para un trasvase a Cataluña, o sea, para los mismos que, egoístas e insolidarios, negaban el agua a los secos cauces y tierras de sus vecinos.
-El oscurantismo y el desinterés de que ha hecho gala en todo lo referido al mayor atentado sufrido por España.
-El irracional empeño en sacar adelante un Estatuto catalán innecesario, injusto, centrífugo e inconstitucional, incluso insuflándole vida cuando estaba a punto de consunción.
-La retorcida jugada de apoyar al anterior con una deslucida copia en sepia para Andalucía, precisamente la parte de España en que los colores y la luz son más vivos y cálidos.
-La indignidad de pretender reducir a la nada a los que dolorosamente nos han representado a todos los españoles a la hora de sufrir los ataques del terrorismo.
-La mendaz negación reiterada de la negociación política con los terroristas.
-La cobardía de la rendición de España a ETA durante las negociaciones, evidenciada en el trato dado a un asesino como De Juana Chaos.
-La traidora maniobra iniciada para entregar a Navarra, atada de pies y manos, a los descendientes de aquellos vascos que, conscientes de su debilidad, pidieron a comienzos del siglo XIII, por separado cada uno de los tres territorios y en fechas distintas, la unión con el Reino de Castilla porque temían ser fagocitados por el fuerte Reino de Navarra.
Suponiendo que las dos salidas anteriores fallaran, lo que, conociendo a nuestros clásicos, es bastante probable, lo único que queda es lo que pueda y quiera hacer la oposición. Y me refiero al primer partido de la oposición, porque de los nacionalistas, aunque hipócrita y falsamente se presenten a veces como los que dan estabilidad a la nación española –como hizo hace unos días Durán i Lleida, alardeando de responsabilidad al ejercer la abstención, cuando solo quería evitar que el posible rechazo a la moción del Gobierno pudiera traducirse en una coincidencia de las elecciones generales con las catalanas-, solo puede esperarse que sigan haciéndose fuertes a costa de la debilidad y fragmentación del Estado español.
Y el primer partido de la oposición no puede quedarse indefinidamente esperando que la fruta le caiga del árbol, porque cuando lo haga probablemente ya esté muy podrida. De modo que debe presentar una moción de censura cuanto antes, no solo sin esperar al debate sobre los Presupuestos Generales del Estado, sino incluso antes de que el Congreso se cierre por el periodo vacacional, porque ni Gobierno ni oposición pueden irse de vacaciones con el país en caída libre. Y la otra cosa que el PP puede y debe hacer es movilizar a la sociedad civil, convocando manifestaciones masivas que pidan la dimisión de ZP –desde ahora ZD, o sea, Zapatero Dimisión- y la convocatoria de elecciones generales, para obligar al PSOE a mover ficha.
Pero ZP no es todavía un “cadáver político” como ha dicho Duran y LLeida, porque un cadáver ya no puede hacer ningún daño y a ZP le quedan casi dos años de legislatura y una mayoría de 169 diputados, lo que todavía le da la posibilidad de cometer bastantes tropelías.
Y si la primera medida necesaria para tener esperanzas de que España pueda salir con el menor daño y lo antes posible de la patética situación en que ahora se encuentra, es que ZP deje de ser Presidente del Gobierno, ¿cómo puede alcanzarse ese objetivo?
La primera posibilidad es que el propio ZP rebusque en lo más profundo de sí mismo y haga acopio, si es que encuentra, de un mínimo de dignidad, de sentido de la responsabilidad, de vergüenza, de estima por su propio país y de consideración por sus compatriotas. Pero esa es una posibilidad que parece muy remota, porque ZP, el hombre que con tan poco bagaje ha conseguido llegar al poder y repetir y que se define como un optimista antropológico, esperará a que el viento cambie y sople en sentido mínimamente favorable para permitirle seguir cumpliendo su único objetivo: prolongarse indefinidamente en el poder.
Y si para conseguir ese objetivo debe tomar medidas lesivas para los españoles, como por ejemplo la congelación de las pensiones, su gélido egocentrismo le lleva a hacerlo incumpliendo el Pacto de Toledo y hasta la Constitución Española en su artículo 50: “Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos de la tercera edad……..”.
La segunda posibilidad es que en el PSOE se cree una corriente que incluya gente con poder en el partido que haya llegado a la conclusión de que el desgobierno de ZP no solo amenaza al país, sino también al propio partido y que, obviamente, es necesario actuar al respecto, empezando por obligar a ZP a desalojar la Presidencia del Gobierno y poner en él a alguien que, durante un corto período de transición hasta unas nuevas elecciones generales, tome, por consenso con la oposición y con el apoyo de esta, las medidas que realmente deben tomarse en España para salir de la crisis y, de paso, que ambos dos, Gobierno y oposición, hagan una nueva ley electoral que impida que el nuevo Gobierno que salga de las elecciones y los futuros se vean perpetuamente condicionados por las presiones egoístas y centrífugamente destructivas de los nacionalismos.
Y la razón de la necesidad y la obligación de que el PSOE actúe en la forma que acabamos de describir, es la responsabilidad en que el partido ha incurrido al presentar a ZP en 2008 como candidato a su reelección. Porque puede argumentarse que cuando lo eligieron y presentaron en 2004 ZP no había mostrado ni su verdadero talante ni su incapacidad para el gobierno ni su inclinación al desmantelamiento de la nación española. Pero en 2008 ya había dado motivos sobrados para saber que poner a España en sus manos es tan insensato y peligroso como poner una pistola en las manos de un mono. Veamos solo algunos de los hechos perpetrados para entonces por ZP:
-La doblez de presentarse como el impulsor de la lucha contra ETA y del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo a la vez que se reunía con los etarras o sus representantes y establecía una agenda con los temas y los pasos de negociación.
-Su facilidad para sostener un criterio y el contrario, cuando tras haber asegurado estando en la oposición que él no permitiría nunca que hubiera superávit presupuestario –mientras pudiera ser empleado en que los jóvenes pudieran acceder a una vivienda, los mayores no tuvieran una pensión digna, etc-, luego de ufanó de los superávit que consiguió su Gobierno cuando navegaban con el viento favorable de la buena situación económica heredada.
-Su injusta tendencia de dar a unos lo que negaba a otros, como cuando tras haber derogado el Plan Hidrológico Nacional y los trasvases en él incluidos –en flagrante contradicción con lo que en el año 1995, siendo Cristina Carbona Secretaria de Estado, propugnaba Borrel-, autorizó y proporcionó recursos para un trasvase a Cataluña, o sea, para los mismos que, egoístas e insolidarios, negaban el agua a los secos cauces y tierras de sus vecinos.
-El oscurantismo y el desinterés de que ha hecho gala en todo lo referido al mayor atentado sufrido por España.
-El irracional empeño en sacar adelante un Estatuto catalán innecesario, injusto, centrífugo e inconstitucional, incluso insuflándole vida cuando estaba a punto de consunción.
-La retorcida jugada de apoyar al anterior con una deslucida copia en sepia para Andalucía, precisamente la parte de España en que los colores y la luz son más vivos y cálidos.
-La indignidad de pretender reducir a la nada a los que dolorosamente nos han representado a todos los españoles a la hora de sufrir los ataques del terrorismo.
-La mendaz negación reiterada de la negociación política con los terroristas.
-La cobardía de la rendición de España a ETA durante las negociaciones, evidenciada en el trato dado a un asesino como De Juana Chaos.
-La traidora maniobra iniciada para entregar a Navarra, atada de pies y manos, a los descendientes de aquellos vascos que, conscientes de su debilidad, pidieron a comienzos del siglo XIII, por separado cada uno de los tres territorios y en fechas distintas, la unión con el Reino de Castilla porque temían ser fagocitados por el fuerte Reino de Navarra.
Suponiendo que las dos salidas anteriores fallaran, lo que, conociendo a nuestros clásicos, es bastante probable, lo único que queda es lo que pueda y quiera hacer la oposición. Y me refiero al primer partido de la oposición, porque de los nacionalistas, aunque hipócrita y falsamente se presenten a veces como los que dan estabilidad a la nación española –como hizo hace unos días Durán i Lleida, alardeando de responsabilidad al ejercer la abstención, cuando solo quería evitar que el posible rechazo a la moción del Gobierno pudiera traducirse en una coincidencia de las elecciones generales con las catalanas-, solo puede esperarse que sigan haciéndose fuertes a costa de la debilidad y fragmentación del Estado español.
Y el primer partido de la oposición no puede quedarse indefinidamente esperando que la fruta le caiga del árbol, porque cuando lo haga probablemente ya esté muy podrida. De modo que debe presentar una moción de censura cuanto antes, no solo sin esperar al debate sobre los Presupuestos Generales del Estado, sino incluso antes de que el Congreso se cierre por el periodo vacacional, porque ni Gobierno ni oposición pueden irse de vacaciones con el país en caída libre. Y la otra cosa que el PP puede y debe hacer es movilizar a la sociedad civil, convocando manifestaciones masivas que pidan la dimisión de ZP –desde ahora ZD, o sea, Zapatero Dimisión- y la convocatoria de elecciones generales, para obligar al PSOE a mover ficha.
Estando totalmente de acuerdo en lo expuesto, no creo que el padre de las góticas esté por la labor de librarnos a los españoles de su fastidiosa presencia. Sin embargo, hay una opción más aparte de las apuntadas en su magnífico artículo para aliviarnos de este grano en el cuelo que tenemos todos los españoles: que el Rey se gane su sueldo y presione a Rodríguez Trapacero para que se vaya, lo mismo que lo hizo con Adolfo Suárez. Sin embargo, aquí también tengo mis dudas, dadas las preferencia reales por la poltrona frente a los deseos de ganarse el sueldo y batirse el cobre con todos los partidos políticos por el bien de España y de los españoles.
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